Desde que Fernanda Valverde, abrió su cuenta en Facebook cuando tenía 12 años nunca se imaginó que esto la atraparía y demandaría gran parte de su tiempo. Hoy con casi 5.000 amigos en la red social (el límite de amigos) vive “casi todo el día” revisando y compartiendo contenido, incluso al saber que está a un paso de entrar a la universidad.
Valverde dice que ahora que está en época de vacaciones su rutina diaria es levantarse hasta tarde, pero no precisa la hora por pena, y lo primero que hace es poner a cargar su celular, porque su mamá no permite que mientras duerma quede cargando. Admite que se duerme entre la una y las dos de la madrugada chateando con tres o cuatros amigos, como acostumbra ya sea por Facebook o WhatsApp. La noche es su momento favorito para estar conectada.
Así son ellos
“Todo para ellos es inmediato, simultáneo y fugaz, lo que era novedad en la mañana es antigüedad en la tarde.
Manuel Ortega Hegg, sociólogo
Durante el día carga el teléfono de tres a cuatro veces, en dependencia de su uso, aunque normalmente lo mantiene entre sus manos “no te lo niego, lo utilizo bastante porque mis padres trabajan todo el día y es mi manera de divertirme”, añade.
Aún con malas experiencias de hombres que la han acosado dice estar consciente de los riesgos que puede haber, pero siempre existe la necesidad de estar en línea porque es lo que está de “moda”.
“Tener tu espacio en la red es divertido, podés socializar con tus amigos de manera sana, si se le da el buen uso, te podés comunicar y considero que no es verdad que nos hacemos dependientes a el uso de la tecnología la utilizamos a nuestro favor y por conveniencia”, comenta Valverde.
Este es solo uno de los tantos casos de los nuevos usuarios de internet conocida como Generación Z, quienes presentan patrones de conducta similares a los “millenials”, pero normalmente son más dependientes a estar conectados.
Un fenómeno urbano
Para el sociólogo Manuel Ortega Hegg, el comportamiento de la Generación Z, tiene su máxima expresión en los países desarrollados, donde el acceso al internet es prácticamente universal, tanto en la ciudad como en el campo.
“En países como Nicaragua, ese fenómeno se presenta de forma mucho más circunscrita a los jóvenes con posibilidad de acceso al internet, lo cual es muy reducido, y es un fenómeno mucho más urbano”, asegura.
Julieth Aragón piensa casi igual a Fernanda Valverde, ya que el hecho de tener tantos espacios o sitios webs y el internet para realizar tantas funciones fueron creados con ese objetivo: “divertir, distraer y socializar a las personas”.
Aragón, quien este año cursará el 11vo grado, cuenta que pasa entre seis a ocho horas diarias durante el día y otras tantas por la noche, pero a diferencia de Valverde utiliza más aplicaciones como Instagram y Snapchat.
Para pasar conectada todo el día, dice, que debe recargar a diario entre 10 a 20 córdobas, dinero que le proporcionan sus padres o abuelos, “también guardaba casi todo lo que me daban para comprar durante el recreo en el colegio”, confiesa.
“Mis familiares constantemente me dicen que solo vivo ‘pegada’ al celular, pero creo que no soy la única, mis amigos e inclusos muchos adultos pasan todo el tiempo conectados. Yo no le veo nada de malo”, sostiene.
Otro caso es Erick Somarriba, de 16 años, quien juega “Clash of Clans” desde hace un año “tengo mis perfiles en redes sociales, pero soy más de jugar en línea. Te distraés y para mí es mucho mejor que estar haciendo spam, o sea, publicando demasiado contenido en las redes sociales. Ese no es mi estilo”, confiesa.
Somarriba dice que juega varias horas al día, ya que este amerita que en cualquier momento realicés ataques (por la temática del juego), por lo cual debe estar conectado. En caso de no estar en su casa tiene que comprar paquetes de internet para seguir jugando.
Un uso intensivo
El sociólogo señala que el comportamiento de los adolescentes al internet es “intenso y extenso”, por lo que podrían mostrar características adictivas.
“Todo para ellos es inmediato, simultáneo y fugaz, lo que era novedad en la mañana es antigüedad en la tarde. Suele ser una generación impaciente”, dice el sociólogo.
Por su parte la psicóloga Brenda Cisneros Saavedra, señala que estar conectado más de cuatro horas diarias al internet estaría indicando un problema de orden o un trastorno de ansiedad. “Ahora un vínculo patológico y excesivo con la tecnología se considera una adición y podría ser considerado como una conducta compulsiva en el marco de un trastorno obsesivo compulsivo (TOC)”.
En ese sentido, Cisneros agrega que se debe recordar que para esta generación la tecnología es parte de su vida “Desde el punto de vista psicológico ellos son individualistas, impacientes y hedonistas, tienen poca tolerancia a la frustración, son muy consentidos, poco empáticos, tienen poca inteligencia social y están menos adaptados a las situaciones sociales para relacionarse personalmente con otros”.
Solidarios
Pero a criterio de Ortega Hegg, “hay quienes les llaman narcisistas, pero una observación más profunda revela que en realidad esta generación suele preocuparse mucho más de los grandes problemas globales asumirlos y solidarizarse mucho más profundamente que las generaciones anteriores con los afectados por esos problemas”, comenta.
A esta generación no les importa la permanencia en un cargo o una empresa, porque son cambiantes y no necesariamente obedece incentivos salariales, explica Ortega Hegg. “Así, profesiones de acumulación y continuidad, como la medicina o la ciencia en general, suelen ser las menos escogidas, pero eso no implica que sea una generación irresponsable”, comenta el sociólogo.
Fuente: Diario Metro