Cuando mi hija cumplió seis años ya podía leer frases completas. En la calle se entretenía leyendo rótulos en voz alta. Decía todas las marcas, nombres de restaurantes, hoteles y así. Era un poco cansino, pero leía y eso era lo importante.
Meses después, aquel hábito empezó a decaer. Los videos graciosos de YouTube y los juegos en mi celular estaban ganándole a la palabra escrita. Desesperado, decidí dosificar el uso de la pantalla y empezamos a leer juntos cada noche. Ya vamos por el cuarto libro y puedo decir que al menos existen cinco principios que me han servido y te los quiero compartir.
Promover la libertad de elección
Tenemos que separar la lectura escolar de la lectura como un acto para disfrutar. No existe nada más efectivo para matar las ganas de leer en niños que meterles libros por obligación. Podemos fomentar la lectura buscando obras que se vinculen con sus gustos e intereses. Yo comencé proponiéndole a mi hija que leyéramos “Capitán calzoncillos”. Fue todo un éxito. Ella había visto la película y se puso muy contenta apenas miró la portada. Si les preocupa la calidad de las lecturas pueden negociar la elección. Por ejemplo, el libro que estamos leyendo en este momento es “Charlie y la fábrica de chocolate” de Roald Dahl, yo lo escogí; el próximo lo escogerá ella.
Ver la lectura como un juego
La lectura no tiene que ser un acto serio y pomposo, sobre todo cuando queremos crear una relación íntima entre los niños con los libros. Podemos cambiar el tono de voz, hacer sonidos. Cuando leímos “Mariola, una vaca de ópera” de Nelson Simón González, mi hija y yo hacíamos coros de mugidos, a veces más finos, a veces más roncos. También podemos acercar al niño al libro para colorear, al libro pop up, al cómic, el manga, la novela gráfica. Todos los formatos son válidos para hacer germinar el amor por los libros.
Tener una rutina de lectura
Cultivar hábitos requiere de estructura y por eso es útil contar con tiempos definidos para leer con los niños y las niñas. Yo leo en las noches con mi hija, antes de cenar o antes de dormir. Pero ojo con convertir los horarios en camisas de fuerza. Sobre todo nunca transmitir la idea de que leer es una obligación.
Usar las pantallas a nuestro favor
Podemos usar las pantallas para fomentar la lectura. En mi caso, una vez regulado el tiempo que mi hija pasa con mi celular, le descargué varias aplicaciones con juegos de lectoescritura y ahora ando buscando libros interactivos. Más adelante les compartiré sobre mis hallazgos.
Ser ejemplo lector
Finalmente, el mejor estímulo de lectura para niños es que nosotros mismos seamos lectores activos. Aquel dicho de predicar con el ejemplo sigue siendo tan válido para la lectura como para cualquier otro hábito o valor que queramos comunicar. Así que te vuelvo a preguntar ¿Querés leer? Leamos entonces.
Fuente: Diario Metro