Realidad. La lucha por la privacidad es batalla perdida según se expone en el siguiente artículo, descubrí por qué.
¿De qué modo podemos evitar dejar un rastro de nuestros datos? “La única forma es no usar nada, ni Google, ni Facebook”, dice sin asomo de dudas Lorenzo Martínez, ingeniero informático y director de una empresa de seguridad identificada como Securízame. “Para no dejar rastro, lo que hay que hacer es no conectarse a Internet”, expresa Martínez y tal aseveración ha sido publicada en el sitio web de El País.
El escándalo de Cambridge Analytica se ha convertido en un tema de controversia para aquellos que recelan de que se escudriñe su actividad en Internet. Pero lo cierto es que la búsqueda de privacidad en la Red es una lucha perdida. De un modo u otro, incluso acudiendo a trucos de hackers, alguien que tenga mucho interés en saber lo que se cocina en un ordenador o un teléfono puede descubrirlo. Eso sí, no por ello hay que dejar de exigir a los gigantes de Internet que diseñen plataformas que sean respetuosas con sus usuarios y que no pasen por encima de sus derechos, con la excusa de que ofrecen un servicio gratuito.
Con cautela
Hay plataformas que hacen bandera de la privacidad. El buscador DuckDuckGo dice que no almacena la información de las búsquedas del usuario y ofrece una experiencia de navegación buena. Otros como StartPage prometen lo mismo, hacen el papel de intermediarios entre el usuario y Google o Yahoo para evitar que estos almacenen los datos. Metager también tiene éxito por su encriptación. Con todo, las búsquedas con buscadores alternativos, en ocasiones, pueden no resultar tan completas como las que ofrece Google y su poderoso algoritmo.
Los navegadores suelen ofrecer la opción de navegar en modo incógnito, para no dejar rastro en las páginas que visitamos. Quien se siente al ordenador después de nosotros no sabrá qué sitios hemos visitado, pero eso no significa que no se haya dejado rastro. Algo similar ocurre si uno recurre a borrar el historial de visitas: no aparece en el ordenador, pero Google, o el fabricante del navegador que usemos, sí sabe qué páginas hemos visitado.
Algunas de las cookies –pequeños ficheros que almacenan nuestra información cada vez que accedemos por primera vez a un sitio– que se descargan en nuestro dispositivo incluyen rastreadores que sirven para configurar un perfil sobre nosotros en función de las búsquedas que hacemos. Información que es empaquetada y vendida a empresas, anunciantes o, llegado el caso, gobiernos. Existen varios software que permiten bloquear esos rastreadores. El Privacy Badger es una de las vías que recomienda Tactical Technology Collective, ONG basada en Berlín que lucha por la privacidad de los usuarios; o Adblock Plus, que sirve para limitar el despliegue de molestos anuncios en la pantalla y también bloquea a los rastreadores; también aconsejan recurrir a Click&Clean para limpiar el historial de búsquedas.
Usar un navegador como Tor Browser, en la llamada red del Internet profundo, muy usada por hackers, a costa, eso sí, de una menor velocidad de conexión, es una manera de añadir una capa de seguridad adicional. También lo es recurrir a las VPN, redes privadas virtuales con las que se crea un túnel cifrado que evitará que nadie (excepto la empresa de VPN, claro) conozca nuestras búsquedas.
Recomendaciones
En general, la recomendación es no conectarse a wifi gratuitos cuando uno va a realizar comunicaciones confidenciales con el banco y no agregar en redes sociales como “amigos” a personas que desconocemos. Con la tecnología somos tan vulnerables como imprudentes. Resulta fundamental que los conceptos de privacidad y ética sean introducidos desde el diseño mismo de las plataformas tecnológicas. Quienes las configuran saben muy bien lo que hacen y dónde están las trampas, según se concluye en el artículo.