Ser joven y tener estudios de maestría no es siempre la ecuación perfecta para conseguir un puesto de trabajo altamente remunerado. Es más, expertos en recursos humanos aseguran que existe una sobreoferta de personal calificado con estudios de posgrado y poca demanda de las empresas para posiciones de altos rangos.
“En el nivel de jóvenes recién egresados o jóvenes profesionales, me parece que hay una sobreoferta, porque en este momento es más importante la experiencia que la maestría”, comentó Rosalinda García, gerente de Search y reclutadora con más de trece años de experiencia en el campo.
Según García, la gente joven se ha enfocado en adquirir maestrías pero no en adquirir experiencia, lo que “a la hora de competir por una posición no necesariamente te va a dar la ventaja”.
Las posiciones que requieren maestrías como un requisito generalmente son para puestos que lideran o coordinan, ya sean jefaturas, gerencias o direcciones, razón por la que la experiencia es ampliamente valorada por las empresas.
Janis Pérez, gerente de país de Serper, otra empresa de recursos humanos con casi veinte años en el país, opina que no hay un equilibrio entre oferta y demanda de personal con másteres, especialmente porque no existe una alta rotación en este tipo de puestos. “Los puestos de gerencia o jefaturas son bien estables, y la oferta no es muy alta. Al no tener esa rotación, no hay muchas necesidades de puestos de maestrías”, comentó.
Para García este desequilibrio ocurre mayormente en el segmento joven de los profesionales, porque no han tenido amplias experiencias de trabajo, cosa que no ocurre en “personas de cierto rango de edad para arriba”, quienes logran obtener posiciones altas con mayor facilidad.
Cuando un joven cursa una maestría, el objetivo es generalmente obtener un trabajo con una buena remuneración a un corto o mediano plazo. “Y esto no siempre se logra cumplir”, opinó Javier Castro, coordinador de Joven360, una empresa especializada en el talento joven.
Aunque hay pocas oportunidades laborales en este sentido, Pérez recalca que hay otro tipo de competencias que influyen en que las personas jóvenes se abran campo, como habilidades de negociación, productividad, manejo de tecnologías y dominio del idioma inglés.
Los estudiantes
Los perfiles más comunes de estudiantes de maestría, según las instituciones académicas consultadas, son dos: jóvenes recién graduados y con poca o nula experiencia, y trabajadores activos con cierta o amplia experiencia.
“Cada vez más los estudiantes que egresan de carreras de pregrado están yendo directamente a hacer sus maestrías”, afirmó el doctor Álvaro Escobar, director de docencia de posgrado de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN).
Sin embargo, Escobar comenta que quienes quieran continuar su formación superior “al menos deberían tener unos tres años de experiencia, para que eso les permita conducirse por el plan de estudios de una maestría”.
En la Universidad Americana (UAM) también hay una cantidad de alumnos recién graduados de sus carreras, pero la mayoría de sus estudiantes de posgrado son trabajadores activos, de acuerdo con Sara García, coordinadora de mercadeo para programas de maestría de la UAM.
“El promedio de edad que tienen los estudiantes de maestría es de 30 años y el promedio de experiencia profesional es de 6 años”, especificó.
Inversión versus salario
Dependiendo de la institución académica en que se estudie, una maestría puede implicar una inversión de 2,500 dólares, como en el caso de algunas maestrías de la UNAN que oferta los estudios de posgrado más baratos del país, a 15,000 dólares, como la maestría más costosa de la UAM que ofrece con una universidad extranjera.
Aunque algunas instituciones académicas ofrecen becas parciales o ayudas al estudio para cursar estudios de posgrado, o incluso las instituciones privadas capacitan a su personal en estudios superiores, muchos estudiantes financian sus estudios a través de préstamos bancarios.
“No a todas las personas les pasa que encuentran en la oferta salarial de las empresas algo en línea con lo que invirtieron en su maestría”, consideró García.
La experta en reclutamiento afirma que la expectativa salarial no debería estar determinada por la formación académica, sino por la posición a la que se aplica. Y este es otro de los desafíos para los profesionales jóvenes, quienes podrían aplicar a puestos intermedios y tener ventajas para obtener los empleos, pero ganarían lo mismo que alguien con un nivel de formación de pregrado.
Castro comenta que no existe una variación en el salario por el hecho de tener maestrías. “La ventaja es que si una vez conseguido el puesto, se quiere optar a otro más alto posteriormente, va a haber obtenido experiencia de manera interna y ya tiene el otro requisito de la maestría”.
Pérez agregó que la mayor parte de las empresas adopta perfiles que se adapten a los puestos ofrecidos, y en muchas ocasiones no aceptan profesionales con mayor formación que la requerida para evitar colaboradores sobrecalificados.
Calidad educativa
En Nicaragua existen al menos 60 universidades, entre las que forman parte del Consejo Nacional de Universidades y las legalmente establecidas. Aunque no todas ofrecen en sus planes académicos estudios de másteres, es alto el número de programas de posgrado disponibles en instituciones académicas.
Janis Pérez afirmó que han proliferado las opciones en los programas de maestrías, y no todas tienen la calidad necesaria para este tipo de especialización. Es por esta razón que la calidad educativa es de gran relevancia para los empleadores.
“Cuando son puestos gerenciales, hay algunas empresas que hasta indican adónde, qué universidad tiene mayor prestigio y si vienen candidatos de esa universidad tienen ciertas ventajas sobre otros”, admitió Pérez.
Dentro de las universidades mejor valoradas por las empresas en términos de administración y negocios, Pérez destaca a Incae, UCA, Thomas More y UAM, “aunque todo va a depender de cómo la persona utilice esa herramienta”, aclaró. La experta recomienda que antes de decidirse por una institución educativa, los profesionales en busca de maestrías conozcan a los exalumnos de las universidades, “para ver en qué puestos están colocados, cuánto están ganando, para que inicien una maestría sabiendo la probabilidad que tienen de obtener un empleo”.
En términos de calidad, cada universidad tiene sus propios protocolos y mecanismos para asegurar que sus programas cuenten con altos estándares, esto porque a nivel nacional no existe ningún tipo de certificación en programas de posgrado. “El CNEA (Consejo Nacional de Evaluación y Acreditación) no tiene esas dimensiones de acreditar programas de posgrado”, aclaró Escobar.
La Universidad Centroamericana (UCA), por ejemplo, garantiza la calidad educativa a través de planes de estudios actualizados con la realidad nacional e internacional, sistemas de evaluación continuos por parte de estudiantes, docentes y directivos, y metodologías basadas en el trabajo colaborativo.
De acuerdo con Sandra Ruiz, directora de posgrado y formación continua UCA, la universidad también valida sus propuestas con expertos académicos de la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús, de la que son parte.
En la UNAN también realizan estudios de factibilidad y procesos de consulta con autoridades y especialistas de los diferentes campos a nivel nacional e internacional. “Nosotros tenemos requisitos como número de horas, calidad de los docentes, estudios que se encargan de crear las comisiones de cada unidad docente”, resaltó Escobar.
En el caso de la UAM, el valor diferenciado de sus programas son los docentes que imparten sus maestrías. “Todos los docentes tienen una experiencia profesional bastante amplia, y también un importante networking”, destacó García. Añadió que obtienen insumos de la empresa privada, principalmente, pero también de profesionales que vienen de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales.
Fuente:UNAN-Managua