José Adiak Montoya. El escritor nos habla de su más reciente novela, en la que ubica al músico británico John Lennon en la época somocista.
En una insólita versión de la historia reciente de Nicaragua, el músico John Lennon es nicaragüense y desarrolla su carrera en la época somocista. Esta ficción se presenta bajo el título de “Lennon bajo el sol”, la más reciente novela de José Adiak Montoya (1987). El autor narra la vida de Lennon en este país y la hace coincidir en algunos momentos con Somoza.
Montoya ha publicado los libros “Eclipse: Prosa&Poesía” (2007), “El sótano del ángel” (2010) y “Un rojo aullido en el bosque” (2015). El escritor nos cuenta cómo surgió la idea de combinar la vida de John Lennon con la historia de Nicaragua, qué aspectos de la composición narrativa le exigen más atención y en qué se diferencia la literatura de otras disciplinas como la historia y la sociología.
En tu nueva novela titulada “Lennon bajo el sol”, ubicás al músico británico, exintegrante de Los Beatles, en Nicaragua y no en Londres. ¿Para qué cambiar los hechos históricos en una ficción?
Es una novela que nace hace varios años, la escribí siendo muy joven, pero la había dejado guardada por varios motivos. Por aquel tiempo leía mucho sobre la dictadura y el proceso revolucionario en Nicaragua, paralelo a eso empezaba a ver la literatura con una perspectiva más seria, y Los Beatles siempre han sido una obsesión muy fuerte en mi vida, de alguna forma tuve que volcar esos tres elementos en algo que los unificara y fue esta novela, una novela muy extraña que se desarrolla en una suerte de universo paralelo.
¿Por qué escogiste a ese músico y no a otro, digamos por ejemplo, a un latinoamericano, para ubicarlo en la guerra de los setenta en Nicaragua?
Lennon ha sido una figura presente en mi vida desde siempre, podemos llamarle capricho, pero a la vez una serie de pequeñas coincidencias entre las cosas que pasaban en la vida de John y las cosas que pasaban en Nicaragua. Además las posturas antibélicas de Lennon en los setenta, su activismo junto al movimiento pacifista y demás, me parecía que podía calzar en perfecto contrapunto con lo que ocurría en esos años en este país.
¿No te parece forzada esa relación entre Lennon y Nicaragua?
Claro que me parece forzada, pero la virtud de la novela es que no lo parezca.
¿Cuál fue el mayor reto narrativo para insertar a Lennon en la historia nicaragüense?
Hacer creíble la historia, que en algún punto de la novela pudieras creer que lo que estabas leyendo era posible. Que John Lennon podía haber nacido aquí y ser un férreo opositor al régimen somocista.
¿Cuál de los personajes principales sentís que conociste mejor durante la escritura de la novela?, ¿por qué?
Creo que llegué a conocer un poco más a John a fuerza de ahondar en él, pero también fue todo un aprendizaje literario entrar en la piel de Anastasio Somoza Debayle.
El libro ha sido impreso por Tusquets, una editorial internacional, ¿cómo conseguiste que aceptaran tu novela?
Lo publica Tusquets México, parte del Grupo Planeta. La novela llegó a ellos por mano de mi agente y ellos decidieron muy gustosamente lanzarla.
¿Cuáles son tus influencias literarias y por qué?
La pregunta de las influencias literarias siempre me ha resultado incómoda porque nunca sé cómo contestarla de forma acertada. Creo que las influencias no deberían ser una lista grabada en piedra, creo que las influencias deben variar constantemente, renovarse y siempre se debe aprender de textos de los que no hubiésemos sospechado. Claro, hay piezas fundacionales en la vida de todo escritor. En mi caso Oscar Wilde y Edgar Allan Poe representaron un parteaguas en mi adolescencia, como ellos hay unos cuantos más en mis autores de años primerizos. Pero como te digo, las influencias deben ser variadas y de constante cambio, y no estar sujetas necesariamente a venir desde tu misma disciplina artística, las influencias pueden venir de muchos flancos tanto de las artes como de la vida misma. El cine, la plástica, el teatro, todos cuentan historias desde sus métodos, y la vida, con sus luces y sombras, siempre es la meta a retratar en la literatura.
¿Qué aspecto de la composición de una historia te exige más esfuerzo?
Siempre depende del tipo de historia que se quiere narrar, para mí lo más importante y la vez lo más complejo que se requiere de una historia es encontrar la estructura y el tono necesario para narrar esa historia. Muchas veces la naturaleza misma de lo que se quiere contar te dicta de qué forma emplear esos dos elementos. Pero muchas veces estas cosas son escurridizas. Un cuento o una novela pueden pasar mucho tiempo en fermentación en la cabeza de su autor hasta decidir cómo deben ser narradas, bajo qué normas y reglas, bajo qué líneas de tiempo y qué tono llevará el ritmo de la narración.
La novela «Lennon bajo el sol» se presentará hoy en el Centro Pablo Antonio Cuadra de Hispamer, a las 6:30 de la tarde.
¿Qué dice la literatura de la vida que no dicen otras disciplinas como la sociología, la política, la teología, la ciencia?
Creo que principalmente lo que nos ilumina más de la literatura es la forma en que ahonda en las emociones humanas, es lo que nos mueve como especie. Si uno se acerca a un texto académico de historia aprenderá fechas y hechos que han transformado al mundo, pero si nos aproximamos literariamente a la Historia nos encontraremos con las emociones que movieron a las personas protagonistas de esos hechos. Es una forma de entendernos a nosotros mismos, de indagar en nuestra identidad, la literatura es un espejo del mundo, un reflejo, un ejemplo en que podemos entendernos y reconocernos, pero también podemos ver más allá de nosotros, hacia metas que nuestra realidad y nuestros límites humanos no nos permiten alcanzar, es sin duda un arma muy poderosa.
¿En qué momento tomaste la decisión de volverte escritor?
Nunca hubo un momento decisivo, un instante preciso que yo pueda recordar. He escrito desde siempre, desde muy pequeño, así que el convertirme en escritor fue un proceso muy natural y orgánico, que lógicamente tuvo su inicio en la lectura, a mí me vuelve escritor el querer imitar las historias fascinantes que leía desde niño, la idea de poder hacer, aunque fuese tímidamente, algo parecido al trabajo de esos señores serios que aparecían en las contratapas o en las solapas de los libros. Yo aprendí a leer y escribir a los seis años y todavía me dedico a ello.
¿Qué ha sido lo más difícil en este oficio?
Lo más difícil siempre es enfrentarte a la creación de una obra y salir victorioso de ella. Sentir que al menos no saliste tan maltratado de ese proceso. Después del punto final a una historia vienen otra serie de dificultades que ya no responden meramente a la creación literaria, la falta de espacios, la falta de editoriales, la falta de promoción. Si de por sí escribir un libro es una labor ardua, publicarlo y darlo a conocer fuera de las fronteras del país es casi una quijotada.
¿Cuáles han sido tus mayores satisfacciones?
Hay una serie de satisfacciones que brinda hacer libros, terminar uno es una sensación de alivio, de desembarazo, pero a la vez hay una suerte de duelo cuando te despedís de tus personajes. Ver el libro como objeto físico es otra satisfacción, las personas que nos dedicamos al libro vemos en él un objeto hermoso y la sensación de crear uno es muy satisfactoria. Lo último y tal vez lo más importante es cuando se te acerca un lector, o te escribe de forma privada diciendo que un libro tuyo logró conmoverlo de alguna manera. Ahí te das cuenta que el camino que has escogido, por sinuoso que sea, también ofrece paisajes que se agradecen.
Fuente: El Nuevo Diario